Deseo sexual

DESEO SEXUAL: UN TREN LLAMADO DESEO

Como sabemos hay trenes de cercanías, de largo recorrido, de alta velocidad, trenes que nunca pasan,…pero… y el deseo, ¿qué es el deseo? Sabemos que es o puede ser sutil, involuntario, impulsivo, inesperado, ansiado, pasajero, …pero, ¿qué es el deseo, que incluso a los célebres Master y Johnson, a los que debemos tanto, se les quedó atrás?

Con Master y Johnson se asumió que la respuesta sexual humana constaba de varias fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Años más tarde, Kaplan aportó su idea de que era el deseo la primera fase de la respuesta sexual y de que cuando una persona se excita el deseo no queda necesariamente atrás y desaparece, sino que continúa.

Puede ser fácil distinguir entre deseo y excitación sexual. La excitación hace referencia a los cambios fisiológicos que se experimentan cuando hay una estimulación sexual interna (fantasías) o externa. En el caso de la mujer el signo predominante de excitación es la lubricación y en el caso del hombre la erección.  Deseo y excitación no tienen por qué ir juntos necesariamente ni seguir un orden secuencial inalterable.

Entre el deseo del hombre y el de la mujer hay claras diferencias. El deseo del hombre es claramente finalista y necesita ser extinguido con el orgasmo.  La mujer en cambio tiene al menos dos formas distintas de desear: el “deseo fase I” que no tiene objeto y el “deseo fase II” estrechamente relacionado con la intimidad y evocado por estímulos concretos.  En el caso del hombre, por motivos educacionales y biológicos, prácticamente todo el deseo es fase I, no siendo los estímulos tan importantes aunque tampoco dejen de ser importantes.

Basson, a principios de este siglo, defiende que aquellas mujeres cuya relación de pareja no es novedosa, comienzan las relaciones sexuales sin tener deseo y sólo se activan en una situación de intimidad. Al hablar de intimidad nos referimos a la comunicación, al respeto hacia la pareja, la participación, la confianza, la admiración,…., actitudes todas ellas que dan solidez a la relación.  Este sería el “deseo fase II”, al que nos hemos referido en el párrafo anterior.

El deseo sexual hipoactivo del hombre y también de la mujer, consiste en la ausencia permanente y persistente de fantasías eróticas y de motivación para acceder a las relaciones sexuales.  Este sería probablemente el extremo de un contínuo en el que se conocen muchas variables que pueden incidir y que podríamos clasificar en aspectos orgánicos y aspectos psicológicos. El deseo sexual hipoactivo es una disfunción cuya prevalencia varía mucho según los datos arrojados por los diferentes autores; pero lo que sí parece una evidencia es que es mucho más frecuente en mujeres que en hombres. Es fácil pensar que así sea, por lo que brevemente hemos referido en párrafos anteriores.

Forman parte, sin duda, de los componentes del deseo una base neurofisiológica y una disposición emocional/afectiva y cognitivas adecuadas y, desde luego, unos inductores eficaces de sensaciones y sentimientos sexuales. La variable que mas correlaciona con el deseo es el ocio, el músculo sexual más potente el cerebro y el mejor afrodisíaco el amor; así que no nos olvidemos de incluirlos en nuestro equipaje.

Que cojamos el “tren” que anhelamos, conociendo horarios, frecuencias, recorridos y destinos, que sepamos cuales son los “trenes” más accesibles en cada momento, que podemos hacer transbordos en un momento dado y que siempre, siempre podemos disfrutar del trayecto, nos será de gran ayuda en ese gran viaje que es la VIDA.  Por poner un ejemplo, si nuestra relación de pareja tiene una duración de más de dos años, saber que el tipo de deseo que predominará en la mujer será el denominado fase II, puede llevarnos a incrementar la “dosis de intimidad” para que la relación sexual sea mutuamente placentera; o conocer que a partir de cierta edad el periodo refractario se alarga, nos ayudará a no crearnos falsas y frustrantes expectativas.  En definitiva, tener conocimiento sobre cómo deseamos, qué variables intervienen en el deseo, cómo van fluctuando a lo largo del tiempo y cómo podemos intervenir con relación a ellas es, cuanto menos, una información de gran valor para nuestra vida sexual en concreto y para nuestra salud en general. Aspiremos a una tener una vida saludable en el sentido más ambicioso de la palabra; ya que como recoge la OMS: “La salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” y dentro de ella, la sexualidad como aspecto primordial.

Para recibir un personalizado asesoramiento en terapia sexual y de pareja, puedes contactar con nosotros. Estaremos encantados de poder ayudarte.  No te pierdas este tren.