Desde el momento del nacimiento los bebés muestran una predisposición para la comunicación, como se pone de manifiesto en su sensibilidad hacia el rostro y la voz humana y su capacidad para imitar gestos faciales. Esta predisposición para la comunicación se manifiesta también con la emergencia de la sonrisa social – alrededor de las 4-8 semanas -, y con la manifestación de signos de placer ante la presencia de otras personas. La sonrisa que esboza un bebé de pocos meses de edad cuando un rostro humano se asoma a su cuna, ejerce una poderosa atracción sobre el adulto, induciéndole a interactuar positivamente con él.
Todos sabemos que tras una expresión facial no siempre se esconde un estado interno, pero también reconocemos que, al menos a veces, ir sonriendo por la vida, a pesar de las adversidades, puede ayudar a algunas personas a sentirse bien.
Hay estudios que avalan que los cambios en la expresión facial, en algunas circunstancias, pueden jugar un papel importante en la modulación de nuestros estados afectivos. Son los estudios en torno a la llamada “hipótesis de feedback facial”. En uno de estos estudios Strack, Martin y Stepper llevaron a cabo un experimento en el cual la tarea relevante era la de visualizar y evaluar la comicidad de unas viñetas y mientras se realizaba, se sostenía un lápiz bien con los labios o bien con los dientes. Cuando se sostiene un lápiz con los dientes se favorece la activación de los dos músculos cigomáticos de la cara, músculos implicados en la sonrisa, mientras que se impide cuando se mantiene con los labios. Las variables dependientes del estudio fueron las evaluaciones de diversión y las de dificultad. Encontraron que las evaluaciones de diversión de los comics eran superiores cuando se sostenía el lápiz con los dientes que cuando se sostenía con los labios. Además, estas evaluaciones no estaban relacionadas con la dificultad de la tarea. Los autores interpretaron que la pose facial determina la intensidad del estado afectivo.
Al respecto de la sonrisa, Thich Nhat Hanh en su libro “Hacia la Paz Interior” dice, entre otras muchas cosas, que cuando un adulto o un niño sonríen, algo muy importante está ocurriendo porque ser capaces de sonreír en nuestra vida diaria no solo nos beneficia a nosotros, sino que todo el mundo gana con ello. “Una sonrisa afirma nuestra conciencia y determinación de vivir en paz y alegría. El origen de una sonrisa auténtica es una mente despierta”.
Como decía uno los mejores slogans publicitarios que he leído, “Una sonrisa cuesta poco y vale mucho” y, entonces, a qué esperas, por qué no empezar a sonreír cada mañana, por qué no regalar una o muchas sonrisas a aquellos con los que nos relacionamos, a nuestras mascotas, a la naturaleza, a la vida… Si hasta ahora no lo has practicado y decides hacerlo, no esperes a que ocurra algo especial que lo motive; empieza ya y estate atent@ porque seguro que van a tener lugar sensaciones, sentimientos y, probablemente, acontecimientos insospechados y satisfactorios. Y lo que en un principio pueda parecer artificial o premeditado, luego se convertirá en algo espontáneo y habitual, en una forma de vida.
A ver, muéstrame tu sonrisa…