“Había una vez un sabio que siempre respondía a todas las preguntas sin titubear. Dos niñas curiosas e inteligentes quisieron ponerle a prueba. Para ello, decidieron inventar una pregunta que el sabio no supiera responder. Una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para confundir al sabio.
- ¿Qué vas a hacer? —Preguntó la hermana.
- Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta. Si dice que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré. Y así, cualquiera que sea la respuesta, ¡será una respuesta equivocada!
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando en lo alto de la colina. Una de ellas le dijo:
- Tengo aquí una mariposa azul; dime, sabio: ¿está viva o muerta?
Muy calmadamente, el sabio sonrió y respondió:
- Depende de ti, la mariposa está en tus manos.”
Esta preciosa metáfora puede ayudarnos a comprender que un determinado problema que pretendemos resolver en términos de “blanco o negro” (mariposa viva o mariposa muerta) podría tener otras soluciones alternativas. Este ensanchamiento de perspectiva nos ayuda a descubrir que hay otras posturas y perspectivas además de la nuestra y a hacer patentes nuevos significados y nuevos aspectos sobre nosotros mismos, sobre nuestros problemas, sobre los demás y sobre las relaciones interpersonales. Y esto, supone un gran logro.
Pero esta metáfora puede también hacernos reflexionar en otro sentido: sobre cuantas “mariposas” hay en nuestras manos, dependiendo de nosotros. ¿Se te ocurren algunas? Mira a ver.
Hay cosas fuera de nosotros que realmente no podemos cambiar; no podemos cambiar si hace sol o llueve, ¿verdad? Pero si podemos optar, por ejemplo, por ponernos gafas de sol o coger un paraguas. Podemos elegir dar o no un abrazo deseado, perdonar, “echar leña al fuego” en una acalorada discusión o manifestar nuestros sentimientos más tarde, conducir con precaución o de forma temeraria, querernos o abandonarnos, vivir el momento presente o quedarnos perdidos en el pasado o vagando hacia el futuro,…, pero ¡cuántas “mariposas” están en nuestras manos! Incluso depende de nosotros el sentirnos bien o mal en cada momento y es que, aunque sea a veces difícil de comprender y aceptar son nuestros pensamientos, y no los acontecimientos del mundo exterior, los responsables de nuestro estado de ánimo. Reflexiona sobre ello y prueba, ¡a ver qué pasa! Y si para ello necesitas ayuda, pídela. No estás sol@. También eso está en tus manos.